lunes, 25 de abril de 2011

¿Cómo fue aquel momento?

Ese instante en el que me esfumé de tus deseos,
de tu intelecto, peor aún de tus sentimientos.
¿Cómo comenzó la inquietud por tocar,
por embriagarte de otro cuerpo?
¿Fue tan fácil deshacer todos esos momentos
de placer que compartimos juntos?
¿Fue tan sencillo extender los brazos
y arropar una piel desconocida?
¿Cómo fue aquél momento en el que sucumbiste,
en el que suplantaste, aunque sea tangiblemente
nuestro amor?
¿Así de simple se puede enterrar este tesoro
que construimos juntos, con aquel momento?

Entrega

Entregarme a es un regalo, el que te entregues a mí, una bendición.
Dicen que ciertos instantes en la vida son el paraíso,
estrecharme con tu piel, se convierte en eso para mí.
Mezclar nuestro cuerpos, unir nuestros corazones,
traslapar estos torrentes del deseo,
son el culmen de nuestro amor.
Expresar lo que siento a través de mi cuerpo,
es mi entrega total a ti.

De agonías y otros padecimientos

Si hoy fuese el juicio final, yacería ante él plácidamente.
Pues el recuerdo más vigente en mi vida eres tú.
Tengo grabados, con incrustaciones bañadas en oro tus ojos,
los cuales retraté todas esas veces que te observaba,
y que a ti te sonrojaba.
Tengo adherido a mi olfato, una fuerte dosis de tu aroma,
el cual capturé en cada ocasión que recorrí con mi nariz
todos los rincones de tu cuerpo.
La punta de mi lengua registra, todavía el néctar de tu piel,
que se acumuló en ella por todas aquellas raciones de besos que te di.
Mi cerebro registra y reacciona, a cada uno de tus recuerdos,
la materia gris se mecaniza al reconocer tu nombre.
Y mi agonía, es como un pozo cada vez más profundo, al saber,
que no estás aquí.

Gracias a tí

Escribir resulta vano, cuando de agradecerte se trata, al llegar a esta línea, no sé por donde comenzar; son tantos los momentos únicos a tu lado, que parecen saturar mi memoria.
Un sonrisa brota, mezclada con un toque de nostalgia, al recordar la magia de nuestro comienzo.
GRACIAS, por atreverte a contestarme ese primer beso, por activar todo ese torrente de química en mí, por tomarme de la mano y abrirme las puertas de tu vida, de tu casa, de tu corazón.
GRACIAS, por aquél atardecer lluvioso en la playa, por tomarme de la mano en los peñascos, por protegerme de los rayos.
GRACIAS, por compartirme tu paraguas, por abrirlo para mí y juntos también hacerlo a un lado y dejarnos empapar por la lluvia.
GRACIAS, por hacerme reir, por contagiarme tu alegría, por platicarme de tu vida.
Agradezco todas y cada una de las noches que dormimos juntos, por dejarte hacer caricias en el cabello, por dormir en mi hombro, sin olvidar las innumerables ocasiones que calentaste mis pies.
GRACIAS, por hacerme enojar, aunque son escasos los recuerdos, por hacerme estallar de celos, por descubrir que me pongo así porque te amo.
GRACIAS, por mostrarte así, desnuda, tal cual, por dejarme amarte y amarme como eres.
GRACIAS, por inspirarme estas palabras tontas y llenar mi corazón, cuerpo y mente de esta palabra sanadora, GRACIAS.

Saudades





Hay algo que se oprime dentro de mi pecho, el anhelo, el deseo de estar junto a tí.
Esta masa pesada parece desplazarse, a momentos, por todo mi cuerpo, recorre cada capa de los tejidos hasta penetrar en los órganos más sensibles.

Sube y baja entre el pecho y el cuello, sujetándose a mis amígdalas.
Te visualizo ahí, recostada en la cama, plácida, serena, como me gusta contemplar esta imagen; quisiera concentrarme en ella tan profundamente que al cabo de unos minutos se haga realidad.



Poder rozar tu espalda y abrazarte tiernamente. Esbozar con las yemas de los dedos tu figura y detenerme en tu mano izquierda, que escondes bajo tu ropa interior.


Es quizá en este instante, cuando la abultada masa se expande por todo el espacio toráxico, invade mis amígdalas y llega a activar mis glándulas lagrimales.


Es en este instante, cuando acumulo todas mis fuerzas en mis puños, y abro los ojos, tratando de evadir este sentimiento.

Mirar viajando

Siempre que viajo prefiero la ventanilla del autobús; después de un rato, comienzo a sumergirme en su vacío.

Me imagino corriendo en las grandes praderas secas, extendiendo mis manos al aire.

Traigo a la mente, mi imagen pisando esos caminos, como todo un temerario, tocando la hierba, cortando una rama o bajo la sombra de un árbol.

Visualizo la distancia de la línea del horizonte, la cual pareciera nunca terminar, detecto cada uno de los colores recreados por mis pupilas.

Mirar viajando es toda una distracción, que me permite apreciar formas y figuras, tamaños y texturas, las cuales muchas veces están fuera de mi alcance, que pocas veces puedo contactar; por eso mirar viajando, hoy lo descubro, es una mis actividades favoritas.