Siempre que viajo prefiero la ventanilla del autobús; después de un rato, comienzo a sumergirme en su vacío.
Me imagino corriendo en las grandes praderas secas, extendiendo mis manos al aire.
Traigo a la mente, mi imagen pisando esos caminos, como todo un temerario, tocando la hierba, cortando una rama o bajo la sombra de un árbol.
Visualizo la distancia de la línea del horizonte, la cual pareciera nunca terminar, detecto cada uno de los colores recreados por mis pupilas.
Mirar viajando es toda una distracción, que me permite apreciar formas y figuras, tamaños y texturas, las cuales muchas veces están fuera de mi alcance, que pocas veces puedo contactar; por eso mirar viajando, hoy lo descubro, es una mis actividades favoritas.
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