lunes, 25 de abril de 2011

Saudades





Hay algo que se oprime dentro de mi pecho, el anhelo, el deseo de estar junto a tí.
Esta masa pesada parece desplazarse, a momentos, por todo mi cuerpo, recorre cada capa de los tejidos hasta penetrar en los órganos más sensibles.

Sube y baja entre el pecho y el cuello, sujetándose a mis amígdalas.
Te visualizo ahí, recostada en la cama, plácida, serena, como me gusta contemplar esta imagen; quisiera concentrarme en ella tan profundamente que al cabo de unos minutos se haga realidad.



Poder rozar tu espalda y abrazarte tiernamente. Esbozar con las yemas de los dedos tu figura y detenerme en tu mano izquierda, que escondes bajo tu ropa interior.


Es quizá en este instante, cuando la abultada masa se expande por todo el espacio toráxico, invade mis amígdalas y llega a activar mis glándulas lagrimales.


Es en este instante, cuando acumulo todas mis fuerzas en mis puños, y abro los ojos, tratando de evadir este sentimiento.

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