Continúo suspendido en un remanso del tiempo,
inerte, estático, yerto sobre la maleza.
Escucho simplemente mi respiro,
es el único destello que se relaciona con lo vivo.
Todo aquello en la memoria,
se arremolina intempestivamente, pero lo vomito;
lo que propone el devenir, no me apetece.
En este trajín de los días me encuentro auto eludido,
reusándome a departir, a pronunciar, siquiera a
esbozar algún pensamiento que ataña a mi persona.
Es justo, necesario, alejarme de mí,
para intentar vivir mi tiempo.
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