Quiero cerrar los ojos y evadir el aire,
su gélido bao choca con mi piel
distrayendo la conciencia,
aquella suelta en la nada,
navegante entre la bruma opaca.
Guarda un nubarrón en el estómago,
que se estruja con frecuencia
y no permite andar.
En el instante soy cautivo del momento.
En esta vida soy presa del tiempo.
Atónito, llegas a mis oídos ruidos de la tempestad,
uno, tras otro, parecen nunca terminar;
de vez en cuando una vos
enfrentándome con mi naturaleza,
más todo es ajeno.
Tan sólo este fuerte pensamiento,
es el medio conductor que me mantiene en contacto.
Pues si estoy aislado,
al cerrar los ojos, mi ser se torna casi imperceptible.
Sólo el aire queda, aislado del ruido y sus consecuencias,
al cerrar los ojos.
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