Al bajarse la luz, cuando el ocaso se rinde,
el humo se dilata, un cálido borbotón de entusiasmo cubre mis ansias,
alimentándolas con trigo fino para que puedan reproducirse.
La levadura, está compuesta siempre de constructos imaginarios,
los cuales se nutren siempre de realidad
pero la superan, convirtiéndose en una mera aspiración.
Al instante, los párpados se invaden de alegría,
contienen en sus corvas, ese ingrediente tan preciado en la sequía.
Esa combinación perfecta, que al caer la noche parece inmensa,
pero que en el día tanto escasea.
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